Crónica: Ebola dp + Onomasy + Extinctcide en Granada
Partí desde Sevilla con la gente de Ebola DP, esa noche se
presentaban en La Sala de Granada, junto con Onomasy y Extinticide. Tengo
muchas cosas para contar y compartir, pero hoy intentaré aferrarme a la crónica
del concierto, y, en próximas entregas, publicaremos apéndices de las
conversaciones que tuve por separado con los músicos de todos los grupos, ya
que dicen mucho de su estilo, como de sus crianzas en la música y la visión de
vida dentro de un circuito tan complejo, competitivo y poco masivo como el
Metal.
Comenzamos con retraso, recién a las 19,30 arrancaron las
pruebas de sonido. El montaje nunca es simple, en estos estilos es muy
importante que cada instrumento, cada nota, tenga la claridad adecuada, para
que la masa de sonido no se convierta en una bola de ruido. La gente de la sala
intentó estar a la altura pero, de nuevo, es complejo conseguir que en un
recinto reducido suene todo bien con estos grupos. Además, para variar, el
Ayuntamiento pidiendo el informe de decibelios de cada presentación… Vamos cada
vez más cercanos a que nos reduzcan a guetos donde disfrutar de algo más
poderoso que alguna guitarrita lamentando lo vivido con paquete de pipas en la
mano.
Las pruebas, de nuevo, fueron complicadas, había
problemillas técnicos del lugar, me repito: no es lo mismo un grupo de rock
normal a uno de Metal Extremo. Poco a poco se fueron solucionando, pero ayudó
mucho que probara Ebola DP: los años no vienen solos, siendo los más veteranos,
se conocen bien a sí mismos y saben lo que buscan y cómo conseguir ese sonido
que es marca personal y podéis escuchar en KHROM. Los técnicos de la sala
pusieron lo mejor de sí y al finalizar las pruebas, las caras eran más de “que
pase lo que tenga que pasar”. Cerca de las 22 nos fuimos a cenar todos juntos,
ya con la mente puesta en el concierto.
De nuevo con mi definición de “Familia de Metal”. La cena
fue divertida, un grupo de colegas hablando de todo un poco y comiendo como un
sábado normal. Yo haciendo todo tipo de preguntas y con mi nuevo amigo “Víctor
trashgoat” (Cabra) vocalista de Extinticide, quien se zampó una pizza gigante
solito, mientras me contaba que su voz no le hacía ni puta gracia, que más bien
eran gruñidos. De frente tenía a los guitarra de Onomasy, dando cuenta de otra
pizza gigantesca, hablando de sus influencias y afinaciones con Angel (guitarra
de Ebola DP), de las distintas salas del norte de España y de lo bien que
estaba todo organizado esa noche (entre las sombras estaba la gente de SurMusic y Producciones Speakon, haciendo que todo funcione correctamente). El ambiente interno era genial, la cosa
prometía.
Entonces ocurrió que, rozando las 23:00, Ebola DP estrenaba la
noche despejando de un golpe violento las dudas acerca de cómo sonaría todo. “Virus”
cayó sobre las más de 80 almas que estábamos allí. KHROM en directo sigue
siendo una muestra de contundencia. Los músicos iban todos con una velocidad y
claridad extrema, sin desacoples: el bajo conteniendo lo grave, la batería
desplegando coordinación y violencia. Las guitarras eran espadas arrasando, y
la voz, otra vez, saliendo desde los avernos guturales. La gente respondía
exacerbada, las cabezas arriba y abajo acompañando al grupo. En palabras de
video juegos: Ebola Dp te suelta un combo mortal que te deja K.O. con la
seguidilla de Póstrate, Réncor, Recuerdos y Es ocasión, para liquidar ya con el
clásico Machete. La llegada de los fans particulares del Metal, el llamado
Comando Durcal, eran huestes que fueron enloqueciendo gradualmente con toda la variedad
de gente.
Luego subieron los chicos de Onomasy. El principio se los
notó un poco incómodos con el sonido, como que su despliegue superaba la sala.
Pero sacaron adelante una presentación que fue de menos a más. Detalle: cuando
ves el playlist de un grupo, y en lugar de nombres o siglas, hay números;
cuidado. Son más que frikis buscando la máxima profesionalidad, son bestias que
están allí para destruirlo todo con electricidad y magnetismo. Hubo un pequeño
ajuste y allí se acabó de pudrir todo. Algo cambió por completo, porque se
liberaron en una tromba de furia. El bajo se convirtió en la guía que conduce,
las guitarras sacaron toda la técnica que podéis oír en su disco, y la batería
compactó el sonido. El vocalista bajó del escenario a bailar con el público a
modo de ritual y terminó subido en la barra arengando y saltando. La gente
estaba enloquecida (yo estaba enloquecido). La tensión previa al fin reventó
en el espectáculo y pagó muy bien. No es nada fácil llevar a cabo un metal tan
técnico del estudio al directo, que suene potente, minucioso y salvaje, eso me
lleva a decir que: Onomasy mastica a otras bandas que supuestamente están en
primera línea , y escupe calaveritas de plástico. La actitud y la estética no
alcanza en todos los aspectos de la vida, y el directo es una parte fundamental
para obtener la seria proyección que tiene a futuro
Onomasy.
Cerraron los Extinticide. Hacen culto a lo que son, pibes
que de pronto están cenando y bebiendo un litro, y de pronto se suben al
escenario desplegando rabia, velocidad y estridencia trasher. Las guitarras son
buenas y, creo, están todavía buscando un sonido que termine de acompañar esa
actitud. El bajo es aporreado constantemente para hacer que no puedas dejar de
moverte, la batería va detrás, marcando con sonido de machaque todas las
interpretaciones. Tocar en directo canciones de más de 4 minutos, y no aflojar,
no es nada fácil, sobretodo conjugando sonidos trash, stonner y la furia desbocada
y apática con la que juegan estos muchachos.
Importante la gente que ha asistido a este concierto, lo
dieron todo y lo recibieron todo. A las 3.20 de la madrugada, me monté de
vuelta a Sevilla, íbamos todos agotados, pero con la satisfacción de haber
pasado una noche memorable, de esas que no se olvidan, ni los grupos, ni la
gente, ni los cronistas.
Texto por Sebas Abdala.
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